miércoles, 2 de enero de 2013

Nada


Todo el espacio se llenó de nada,
y contemplativa nuestras miradas 
fueron quedando sumergidas
en las palabras que nunca fueron expresadas
que se guardaron en el silencio
porque de hablar ya no habían ganas.

Y se fue haciendo tan natural
y el corazón acalló sus ansias
de que un suave beso le acariciara.

Aprendí a escuchar el canto de la lluvia 
que por mi ventana se deslizaba 
y el susurro del viento cuando tan sutil, 
a las hojas cortejaba...
Me sorprendí resignada 
en la soledad casi desbordada
duermen los sentidos... Entre tanta nada.


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