Todo el espacio se llenó de nada,
y contemplativa nuestras miradas
fueron quedando sumergidas
en las palabras que nunca fueron expresadas
que se guardaron en el silencio
porque de hablar ya no habían ganas.
Y se fue haciendo tan natural
y el corazón acalló sus ansias
de que un suave beso le acariciara.
Aprendí a escuchar el canto de la lluvia
que por mi ventana se deslizaba
y el susurro del viento cuando tan sutil,
a las hojas cortejaba...
Me sorprendí resignada
en la soledad casi desbordada
duermen los sentidos... Entre tanta nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario